El dolor de espalda es uno de los más comunes. Cerca de entre el 60 y 80% de las personas sentirán dolor de espalda al menos una vez en su vida; más aún quienes trabajan levantando peso, empujando o tirando de objetos, o incluso quienes pasan muchas horas sentados frente al ordenador. 

En general, dolor de espalda se debe a contracturas o malos movimientos y/o posturas, y puede mejorar mediante estiramientos, masajes u otros tratamientos locales. 

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Pero, así como un dolor de espalda puede ser algo simple de resolver; también puede ser indicio de un problema más grave. 

Por eso, si tienes dolor de espalda, chequea las siguientes señales para advertir que podría tratarse de algo más grave. Aún así, recuerda que siempre es recomendable que visites un médico o profesional de confianza siempre que sientas alguna molestia puntual, sobre todo si se trata de una zona tan importante como la columna. 

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1. Si pierdes también control de la vejiga o intestinos

El dolor de espalda podría ser un síntoma del síndrome de la cola de caballo, un trastorno que afecta a los nervios del final de la médula espinal. Está causada por la presión de esos nervios, por ejemplo, por una fuerte hernia discal. Es muy poco frecuente, pero puede provocar parálisis, pérdida de control de las evacuaciones de la vejiga e intestinos, y disfunción sexual.

2. Si el dolor de espalda aparece por las noches

Recuerda que la parte inferior de la columna vertebral tiene muchos huesos pequeños y músculos que protegen la médula espinal y los nervios; y todo está conectado entre sí por más local que parezca. Por eso, si no puedes encontrar una posición cómoda para dormir o el dolor de espalda recién aparece cuando te acuestas, deberías ver al médico, ya que podría tratarse de algo más difícil como un tumor espinal o una infección. 

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3. Si no puedes especificar los músculos o articulaciones que te molestan en el dolor de espalda

Si te resulta imposible relacionar el dolor de espalda con un músculo o articulación podría tratarse de un ataque cardíaco, según la American Heart Association. En estos casos, la molestia comienza en el pecho y luego se dispersa, y aparecen otros síntomas como la falta de aire, náuseas, vómitos, dolor de mandíbula o fatiga, entre otros.  

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