Nos sucede a todos, a última hora nos toca tomar una decisión y no sabemos qué hacer con respecto al problema.

Según un nuevo estudio, si pensamos en otro idioma al momento de tomar decisiones, tendríamos más impacto a la hora de optar por una opción en concreto. El estudio plantea un escenario hipotético en el que un tren fuera de control está a punto de matar a cinco personas atadas a las vías y tienes la oportunidad de salvarlas si empujas a un hombre desde lo alto de un puente ¿lo harías?

El estudio concluyó que si esta pregunta se formulara en el idioma natal de una persona, sólo el 18% aceptaría hacerlo, sin embargo, si la pregunta se hiciera en otro idioma, el 44% accedería. ¿Por qué?

Según los investigadores Sayuri Hayakawa, David Tannenbaun, Albert Costa y Joanna D. Corey, esto se debe a la carga emocional que se tiene a la hora de pensar en el idioma materno, que ejerce más presión sobre las ideas morales, lo bueno y lo malo.

Al pensar en el idioma materno, los juicios morales son antepuestos y, en los idiomas extranjeros las respuestas suelen ser más deliberadas, menos emocional y menos utilitarista.

Otros estudios han obtenido resultados similares, como estudios relacionados con los riesgos de viajar en avión y los de la biotecnología. Las personas tienden a pensar más fríamente si lo hacemos en otro idioma, mientras que en su idioma natal se enfrascan más en sus miedos y consideran más los peligros.

Estas técnicas se ven también en los vendedores de mercados turísticos, sonde al identificar la lengua materna de una persona, se le ofrecen productos en su propio idioma, generando una cercanía personal más eficiente a la hora de comprar.

Lo mismo se observa en el campo laboral, en el caso de que en nuestro trabajo estuviéramos rodeados de compañeros que hablan el mismo idioma y un jefe extranjero, hablarles en su idioma generaría más empatía. Otros aspectos en los que pensar en un idioma diferente funcionaría sería en ocasiones de despidos y conflictos personales, ya que las decisiones se tomarán desde un punto de vista menos emocional.

Aunque las emociones pueden ser ambiguas y en algunas ocasiones nos ayudan a decidir mientras que en otras son obstáculos, la conclusión definitiva es que tenemos la capacidad de cambiar nuestro punto de vista cuando pensamos en otro idioma.

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Fuente

El País