Si has visto Peter Pan, seguramente no te costará comprender este Síndrome.

Peter es un niño eterno, representa a aquel que no quiere crecer, que desearía vivir por siempre en la infancia. Y Wendy es aquella que lo contiene, la voz de la madurez, la que resuelve los problemas, la que se encarga de que las cosas no se salgan de control. Pero ante todo, es quien hace todo eso para satisfacer a su amado Peter Pan.

En la vida real, muchas personas padecen el Síndrome de Wendy, pues actúan como ella. Responsabilizándose de todos los problemas de los demás, y dispuestas a hacer cualquier cosa por satisfacerlos, especialmente a la pareja y los hijos.

El Síndrome de Wendy está muy ligado al miedo al abandono. Ante este temor, quien padece el Síndrome dará todo para evitarlo. Así, se desvivirá por atender a los demás, y dar todo de sí, muchas veces sin recibir nada a cambio.

A la larga, esta situación que se ha tomado como natural puede traer grandes problemas emocionales, como la depresión. Es que quien padece el Síndrome de Wendy renuncia a sí mismo poco a poco, para darle lugar a los deseos de su entorno, y al final no toma decisiones por sí misma.

Características del Síndrome de Wendy

Básicamente, quienes padecen el Síndrome de Wendy creen que el amor es sinónimo de sacrificio.

Por eso, lo dejarán todo por las personas que aman sin pedir nada a cambio.

Estas personas consideran que hacer todas esas renuncias y ocuparse de todo, resolviendo los problemas de todo el mundo, los vuelve imprescindibles.

Como además temen al abandono, esa sensación de ser necesarios es lo que les da seguridad.

Estas personas detesta que los demás se enfaden o molesten con ellas, por lo que siempre intentarán evitarlo. A veces, en demasía.

Además, el Síndrome de Wendy se caracteriza porque quienes lo padecen se esfuerzan en hacer cosas que no son su responsabilidad, y piden perdón por situaciones en las que no son responsables.

Un ejemplo sería el padre o la madre que le hace todas las tareas al hijo, le limpia la ropa, le ordena el cuarto, y, si un día no lo hace, pide perdón, como si realmente fuera su deber hacerlo.

Consecuencias del Síndrome de Wendy

El problema con este Síndrome es que la persona que lo padece termina muy abrumada por la situación. Dentro de la pareja, por ejemplo, quien tiene el Síndrome termina asumiendo el rol de padre/madre de su pareja, lo cual es muy desgastante.

Pero además, como quien padece este síndrome difícilmente se reconoce a sí mismo en esta situación, le cuesta mucho buscar la manera de salir de ella.

Al final, puede generar cuadros de depresión aguda, ansiedad, agotamiento físico y mental, etc.

Por eso, si después de haber leído los síntomas clásicos del Síndrome de Wendy te has sentido fuertemente identificado, deberías pensar en hacer algo por cambiarlo.

Aquí van algunas ideas

Superar el Síndrome de Wendy

Para empezar, debes trabajar mucho para superar tu miedo al abandono. Debes entender que si la persona que tienes al lado te deja porque no le lavas los calcetines o no te ocupas de sus tareas, esa persona de verdad no valía la pena.

Disfruta de ti mismo, quiérete más, fortalece tu autoestima. Sólo así podrás construir relaciones equitativas y enriquecedoras.

Si disfrutas de tu soledad, podrás disfrutar el doble una relación, sin estar temiendo el abandono.

Después, debes aprender a dejar de pedir perdón por cosas que no son tu responsabilidad. Puedes ayudar a otro, pero nunca sentirte culpable por no hacer algo que no te correspondía.

Finalmente, lo mejor es que ayudes a las personas a tu alrededor a valerse por sí mismas, y las incentives a no depender tanto de ti. No temas: no te quedarás solo por ello, al contrario, construirás relaciones mucho más sólidas.

Si te cuesta demasiado conseguir todo esto, no deberías descartar la posibilidad de asistir a un especialista y consultar por alguna terapia.

Fuentes:

Mejor con Salud

La Mente es Maravillosa

Wikipedia