"Imagine” es una serie de 50 instrumentos musicales fabricados a partir de armas destruidas como pistolas, escopetas, ametralladoras, etcétera. Este trabajo es una evolución de “Palas por pistolas” un proyecto de Pedro Reyes realizado en 2008 en el que mil 527 armas fueron fundidas para elaborar el mismo número de palas que sirvieron para plantar mil 527 árboles. En abril de este año el artista originario de la Ciudad de México recibió una llamada de parte del Gobierno que ya había escuchado sobre “Palas por pistolas”. Le notificaron que una destrucción de armamento iba a tener lugar en Ciudad Juárez. Las autoridades le preguntaron si le interesaba quedarse con el metal que de otra manera sufriría un final similar al de otras armas destruídas e iría a parar irremediablemente como un deshecho más. Reyes aceptó. En esta ocasión decidió hacer algo totalmente distinto.Seis mil 700 armas fueron cortadas en partes además de ser inutilizadas. Su destino: ser convertidas en instrumentos musicales.Un grupo de seis músicos trabajaron durante dos semanas para transformar a estos agentes de la muerte en instrumentos de vida. La tarea fue todo un reto pero resultó exitosa al momento de extraer sonidos. Desde percusiones hasta vientos y cuerdas, la transformación, más allá de lo físico, radicó en tener en cuenta la cantidad de vidas que estas armas quitaron. 

 

Como si se tratara de una especie de exorcismo, la música contribuyó a expulsar los demonios que estas piezas metálicas contenían. La transición fue un requiem por las vidas perdidas en la guerra contra el narco en México.

Después de alrededor de 80 mil muertes violentas ocurridas en los últimos seis años, este proyecto es un llamado a pelear por un mundo sin armas. Después de tantas luchas por los derechos civiles, de preferencia sexual, de libertad de religión y tantos otros,  esta exigencia primaria de vivir sin instrumentos para agredir al prójimo es un aspecto que constantemente olvidamos como sociedad. No obstante, la situación actual es una buena oportunidad para justificar esta exigencia básica. Sólo hay que creer que la utopía es posible.

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