El 24 de septiembre murió Bill Mollison (1928), más conocido como "El padre de la Permacultura"; un hombre al que deberían conocer todas las personas que buscan vivir de una forma más amigable con el ambiente y aprovechando los recursos de la mejor manera, pero además preservándolos para el futuro. Junto con David Holmgren, Mollison fue el inventor del término permacultura: usaron la palabra para describir: "Un sistema integrado y evolutivo de plantas perennes o autoperpetuantes y de especies animales útiles para el hombre".

Con el tiempo, el concepto de permacultura fue evolucionando y ampliándose. El mismo Holmgren la describía actualmente como: "El diseño consciente de paisajes que imitan los patrones y las relaciones de la naturaleza, mientras suministran alimento, fibras y energía abundantes para satisfacer las necesidades locales". En otras palabras, Permacultura es el diseño de sistemas de producción de alimentos que no dañen al ambiente, como lo hace la agricultura intensiva.

Bill Mollison

Pero... ¿Quién fue realmente este hombre? Mollison creció en Stanley, Tasmania, y dejó la escuela a los 15 años para ayudar a su familia. Durante 10 años pasó por muchísimas ocupaciones diferentes: pescador, marino, trampero, empleado de molino, conductor de un tractor, ingeniero forestal y naturalista. Si bien no tuvo educación formal, sus ansias de aprender y su curiosidad infinita lo llevaron a incorporar, de manera informal, muchos conocimientos sobre la naturaleza y la producción agrícola, los temas que más lo apasionaban.

Cuando comenzó a descubrir los entramados que había detrás de la agricultura, y el daño que se hacía al planeta en pos de obtener una mejor producción, Mollison se convirtió en un crítico radical de los sistemas industriales y políticos que estaban destruyendo, material y socialmente, todos los rincones del planeta que él pudo visitar. Sin embargo, jamás se quedó en una mera posición de crítico; como él mismo explicaba: “Esta oposición no sirve de nada [...], no quería oponerme a nada y perder mi tiempo. Quería regresar solo con algo muy positivo, algo que nos permitiera vivir a todos sin el colapso total de los sistemas biológicos”.

Más adelante, en 1954, Bill se unió a la CSIRO (Sección de la Encuesta de Vida Silvestre) y allí se formó como investigador. Estudiando las plagas de langosta y las enfermedades de los conejos, Mollison se familiarizó con la ecología científica. Pero era la idea de que conscientemente podríamos diseñar sistemas sostenibles que permitieran a los seres humanos vivir dentro de sus posibilidades y en armonía con la vida salvaje, lo que realmente lo motivaba. Esa idea aun no tenía nombre, así que Mollison se lo inventó.

¿Por qué Permacultura?

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Permacultura significa "Agricultura o cultura permanente". El concepto remite a una producción sustentable, continua, infinita. La agricultura moderna origina una grave sobre-explotación y erosión del suelo, causa un descenso de la productividad por mal drenaje y tiene un efecto contaminante al emplear un exceso de combustibles fósiles, fertilizantes y plaguicidas. También incide en la deforestación, propaga nitratos en los acuíferos subterráneos, y contribuye a la pérdida de diversidad genética de las especies cultivadas y a la desaparición de variedades locales, entre otros daños al planeta. La permacultura es todo lo contrario.

Para Mollison, una agricultura capaz de mejorar la alimentación de las grandes poblaciones humanas tenía que ser, al mismo tiempo, respetuosa con el territorio y sostenible a largo plazo. De lo contrario, se estaría contradiciendo a sí misma. El concepto armónico de permacultura buscaba llegar a ese equilibrio.

En la permacultura se utilizan menos materiales (y máquinas), por eso la explotación es menos costosa; tiene un impacto benéfico en el medio, y se producen frutos, cereales o verduras de mayor calidad y singularidad genética. Frente a la gran industria agroalimentaria, centrada en el rendimiento masivo e insaciable, la permacultura es una verdadera revolución.

Mollison abandonó este mundo hace pocos días, pero su mensaje de transformación y el llamado a producir nuestros alimentos de una manera respetuosa y sostenible está más vigente que nunca: mientras él nos dejaba, una de las más grandes farmacéuticas del mundo compraba a la multinacional sospechada de enfermar a las personas que alimenta. Hoy es el momento en el que se está decidiendo cómo se alimentarán las próximas generaciones, y muchas cosas están en juego. Solo con información y conciencia será posible cambiar el rumbo que los hechos están tomando.