Tal vez te parezca muy normal el hecho de que entre mujeres es normal dar a luz acostadas. Siempre se ha hecho así, ¿No?

  • Pues, en realidad no. Hasta el siglo XVII eran más normales otras posiciones al momento de dar a luz, como cuclillas o unas sillas especiales. 

Entonces... ¿Por qué hoy las mujeres generalmente no conciben otra idea más que dar a luz acostadas? Este cambio cultural vino dado, ni más ni menos, que por el designio arbitrario de un hombre... ¿Quieres saber quien?

El fetiche del Rey

dar a luz acostadas

El Rey Luis XIV de Francia (también conocido como Rey Sol) tenía un gusto particular por presenciar partos. 

Por eso, cuando su esposa, María Teresa de Austria, estuvo a punto de dar a luz, el Rey Sol ordenó que lo hiciera acostada. Esto, básicamente, le daba una mejor perspectiva para mirar el parto. 

Claro que él no sabía que dar a luz acostadas provoca a las mujeres mayor dolor, retrasa las contracciones y alarga el trabajo de parto.

La posición recostada no sólo era más cómodo para el rey observador. Por aquella época, las parteras perdieron espacio frente a los médicos (hombres), a quienes también les resultaba más cómoda la posición recostada para trabajar. 

Así, el fetiche del Rey se generalizó, y su influencia fue tan grande, que la idea de dar a luz acostadas llegó hasta nuestros días. 

¿Por qué buscar otras formas de dar a luz?

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Por supuesto, cada mujer y cada caso es diferente. Hay mujeres a quienes dar a luz acostadas les resulta más cómodo, como también hay casos donde corre riesgo la salud y que necesitan esa posición. 

Pero en realidad, dar a luz en posición vertical ayuda a la salida del bebé, y toda la evidencia científica y ancestral lo demuestra. 

Por un lado, para salir al exterior, el niño hace un recorrido en forma de cilindro curvado hacia arriba, entre los huesos y músculos de la pelvis de la madre. Si la mujer se encuentra tumbada, el trayecto resulta más largo y contrario a la fuerza de la gravedad, lo que no sucede si está en cuclillas. Además, en esa posición los huesos de la pelvis se abren más. 

Estando acostada boca arriba, también se comprimen los vasos sanguíneos, y entra menos oxígeno en el cuerpo al momento de la contracción. Esto no suele afectar a los recién nacidos sanos, pero no es lo ideal para un bebé que esté menos fuerte.

Finalmente, está demostrado que si la mujer puede moverse, el parto duele menos. 

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Muchos creen que la tendencia a buscar nuevas formas de dar a luz se trata de un simple capricho de época. Pero, en realidad, es justo lo contrario. Pensar en maneras más naturales de dar a luz es deconstruir un camino que se cimentó en el capricho de un hombre que, claro, nunca estuvo embarazado ni dio a luz.

Respetar el cuerpo y los deseos de las mujeres durante el trabajo de parto es entender que ellas conocen su cuerpo y saben qué hacer. Por eso, el parto siempre debe ser respetado.