La mayor parte de los productos y alimentos que consumimos todos los días vienen en paquete. Ésta ha sido la forma más adoptada para preservar y proteger el contenido, para facilitar el comercio y evitar que pierda sus condiciones al llegar al consumidor. 

Pero las tendencias en los empaques se han ido modificando a lo largo de los años, y ahora comienzan a tener más lugar los llamados "envases activos e inteligentes" (Smart Packaging).

¿Qué son?

Los "envases inteligentes" o "activos" son los que, además de su función de contener el producto en el interior, ayudan a extender el ciclo de vida del producto, monitorear su estado, informar sobre su uso o calidad. En este sentido, puede liberar compuestos de forma progresiva, o por ejemplo, permitir el paso selectivo de oxígeno.

Específicamente, los "activos" son a los que se les añade un componente que permite quitar o introducir determinados elementos (como sustancias antimicrobianas, antifúngicas, oxígeno o dióxido de carbono) en los alimentos, para alargar su vida útil y mejorar su conservación; e indicar la condición del producto para brindar seguridad al consumidor. Por su parte, los "inteligentes" se refieren a aquellos que poseen sensores y etiquetas con dispositivos de radiofrecuencia, RFID, y electrónica impresa. También incluye dispositivos (como los códigos de respuesta rápida o "QR"), que brindan a los consumidores información sobre el producto, pudiendo acceder a ella mediante los dispositivos móviles. Algunas compañías utilizan esta posibilidad además para que el comprador reconozca los productos certificados u originales.

Ambas pueden combinarse en un mismo producto. Y ésta es una tendencia que va en aumento, e incluye códigos impresos, chips electrónicos y etiquetas RFID (ID de radio frecuencia).

Pros y contras 

Por una parte, conectar los envases a Internet permite una mayor transparencia para los consumidores y brinda mayor información. Además, minimiza aspectos que pueden afectar a la seguridad alimentaria. 

La liberación de sustancias mediante el empaque para extender la vida útil de los productos también solucionan las grandes pérdidas de alimentos; que es un grave problema a nivel mundial. Alrededor de 1300 millones de toneladas de alimentos producidos para el consumo se pierde o se desperdicia en todo el mundo, cada año; y eso también implica el desperdicio de recursos e insumos, como tierra, agua y energía.

Pero por otra, estos envases platean el problema de la separación y recuperación. Muchos de ellos están incluidos en plásticos, que una vez arrojados pueden existir, por lo menos, 500 años más en el ambiente

La opción no sería retirarlos, sino por ejemplo, colocar los chips en las tapas por ejemplo, para facilitar su separación; o desarrollar métodos de impresión en tiras reciclables. Incluso los códigos QR más básicos, impresos en papel son más fáciles de reciclar y pueden lograr la misma conexión entre el empaque y la nube como cualquier producto más sofisticados.

¿Será cuestión de encontrar un balance e inclinar el uso de la tecnología a nuestro favor y del ambiente? ¿Qué opinas tú?