Así como se la ve, cualquiera podría pensar que Wendy es simplemente una mujer mayor que solo está dispuesta a pasar los últimos años de su vida lo más tranquila posible. Pero algo en la firmeza de su mirada ya nos hace sospechar que no es así.

Esta mujer australiana de más de 80 años fue capaz de impedir que una multinacional minera se quedara con la granja de su familia; y no solo eso: protegió a la comunidad de la contaminación y la destrucción ambiental que esa compañía proyectaba en sus tierras. 

Hoy, ella es una de las ganadoras de premio Goldman, reconocido como una de las distinciones más prestigiosas en materia ambiental. 

Aunque Hunter Valley, enNueva Gales del Sur (Australia) es una región rural con granjas, ranchos y viñedos, en los últimos años han sido pobladas por minas de carbón a cielo abierto que se han autorizado sin tener en cuenta el impacto en la vida de los habitantes locales. 

El polvo de carbón llega a las casas, las tierras de cultivo y las fuentes de agua. Además, una encuesta realizada por un médico local encontró que uno de cada cinco niños en el valle ha perdido un 20% de su capacidad pulmonar; y que el asma, las enfermedades del corazón, el cáncer y los problemas de salud mental están aumentando.

Hoy se producen allí alrededor de 145 millones de toneladas de carbón cada año, ubicando a Australia como el país exportador de carbón más grande del mundo.

Ella vive en una pequeña aldea llamada Camberwell, rodeada por minas del carbón. Quedó viuda muy temprano y se hizo cargo de la granja, que era el negocio familiar. Junto con la minería, ella vio como los dueños de las tierras eran forzados a abandonarlas o bien la misma comunidad local comenzaba a dividirse por el conflicto.

En su caso, además,los metales pesados de una de las minas llegaron al agua y afectaron sus cultivos. Además, el polvillo del carbón cubría los campos y los animales dejaban de comer. Después de muchos años de lucha ella se vio obligada a reubicarse, pero desde su nuevo lugar, Rosedale, siguió con su causa.

Por eso cuando en el 2010, la compañía  Yancoal, de propiedad china, buscó extender la mina Ashton South East Open Cut, llegando a las tierras de Wendy y a las orillas de uno de los afluentes más importantes del río Hunter, ella eligió proteger su salud, su tierra y su comunidad.

En el 2012 se aprobó el proyecto y, a principios de 2015, más del 87% de los propietarios de viviendas en el área propuesta habían vendido sus propiedades. Pero Wendy se negó a vender la propiedad y ésta estaba en más de la mitad del terreno proyectado. Y gracias a su negativa, la empresa no ha podido avanzar con su proyecto, a pesar de haberle ofrecido enormes sumas de dinero.

Los ganadores del Premio Ambiental Goldman buscan proteger ecosistemas y especies amenazadas, combatir proyectos de desarrollo destructivo, promover la sostenibilidad, influir en las políticas ambientales y luchar por la justicia ambiental. Los receptores de premios son ciudadanos comunes y corrientes que eligen tomar grandes riesgos personales para proteger el medio ambiente y sus comunidades. Este año, los premiados fueron, además de Wendy :

Rodrigue M. Katembo, de la República Democrática del Congo, quien se infiltró para documentar y divulgar información sobre sobornos y corrupción en la búsqueda para hacer una perforación para extraer petróleo en el Parque Nacional Virunga, obligando a la empresa a retirarse por la repercusión que tuvo. 

Prafulla Samantar, de la India, quien condujo una batalla legal histórica de 12 años que afirmó los derechos sobre las tierras indígenas de los dongria kondh y protegió las colinas de Niyamgiri de una mina de aluminio a cielo abierto.

Uros Maceri, de Eslovenia, quien impidió que un horno de cemento se incinerara conjuntamente con desechos industriales peligrosos.

Mark Lopez, de Estados Unidos, quien convenció al estado de California para que realice un análisis de plomo y limpieza integral en los hogares en el este de Los Ángeles contaminados por una fundidora de baterías que había contaminado la comunidad durante tres décadas.

Rodrigo Tot, de Guatemala, líder originario que guió  a su comunidad para obligar al gobierno a que emitiera títulos de propiedad para el pueblo Q’eqchi y evitó que una destructiva minera de níquel se expandiera a su comunidad.

Conoce más sobre ellos aquí

Este mismo premio fue dado en el 2015 a Berta Cáceres, una activista que ha sido asesinada. Por eso es importante recordar que en los últimos dos años fueron asesinados 340 defensores del medio ambiente en países en vías de desarrollo, lo que equivale a una muerte cada dos días. Y de ellos, además, un 40 % eran activistas originarios que defendían sus tierras. 

Por eso es importante defender, junto con el derecho a la tierra y la salud, también el derecho a la vida de estos luchadores que han sabido hacer de su vida, una oportunidad para generar un cambio en su realidad.