A quién no le ha pasado alguna vez despertarse y sentir que un olor desagradable salía de su boca; y preguntarse: ¿por qué si me he cepillado los dientes antes de dormir? 

A veces el mal aliento no está relacionado con la presencia de caries, sarro o una escasa higiene bucal en general que incluso a veces puede dejar pequeñas partículas de los alimentos que comimos por la noche. 

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¿Entonces?

Sucede que mientras dormimos, la actividad metabólica se vuelve más lenta. El cuerpo produce una cantidad menor de saliva en relación al resto del día y el efecto antiséptico natural que tiene ésta también disminuye. Es ahí cuando las bacterias aprovechan para aumentar la placa y solidificarse como sarro. La lengua, además, al quedarse quieta, le da espacio a los microorganismos a que proliferen. 

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Otra de las razones posibles es el ayuno, ya que como el cuerpo permanece sin ingerir alimento, el hígado comienza a quemar grasa corporal generando compuestos químicos por los que el cuerpo se ve empujado a expulsar su excedente mediante el sudor y la respiración. Esto podría explicar el olor que sentimos al despertar.

Claro que también puede haber otras razones más profundas que deberías consultar con tu médico, como problemas en el hígado o alergias.

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