Vivimos en un momento histórico en el que nunca hicimos tantas cosas y, sin embargo, siempre estamos preocupados por la productividad y el tiempo.

Es que el abanico de posibilidades es tan grande, y la vida es tan corta... 

En ese contexto, a veces sentimos como que nos estancamos. Que, no importa lo que hagamos, siempre estamos en el mismo lugar. Es como estar parado en medio de la carretera, y ver que todos los autos de alrededor nos pasan por al lado sin mirarnos siquiera. 

¿Te has sentido así alguna vez? Si es así, esta breve historia llamada "El Leñador" puede ayudarte a reflexionar. 

El leñador

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Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún, así que el leñador se propuso hacer un buen papel.

El primer día se presentó al capataz, que le dio un hacha y le asignó una zona del bosque. El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.

-Te felicito -le dijo el capataz- Sigue así.

Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio trabajo al día siguiente. Así que esa noche se acostó bien temprano.

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A la mañana siguiente, se levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo su empeño, no consiguió cortar más de quince árboles.

-Debo estar cansado -pensó. Así que decidió acostarse con la puesta de sol.

Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco, y el último día estuvo toda la tarde tratando de talar su segundo árbol.

Inquieto por lo que diría el capataz, el leñador fue a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se estaba esforzando hasta los límites del desfallecimiento. El capataz le preguntó:

-¿Cuándo afilaste tu hacha por última vez?

A lo que el leñador, avergonzado, respondió

-No he tenido tiempo para afilar el hacha. He estado demasiado ocupado talando árboles. 

Esta historia sencilla nos recuerda que a veces, para mejorar y avanzar en busca de nuestros sueños, no sirve de nada esforzarse cada vez más en cualquier dirección.

En realidad, se trata de priorizar, y de dedicar el tiempo a las cosas verdaderamente importantes para nosotros.

¿Sabes lo que dicen? Que el 20% de nuestros esfuerzos traen el 80% de nuestros resultados.

Si quieres un cambio, no salgas corriendo en cualquier dirección, y te esfuerces más de lo que puedes en cosas que no tienen sentido. Mejor, tómate un tiempo para ti y pregúntate: ¿He estado afilando mi hacha? ¿Qué debo priorizar para que todo mejores?

Tómate el tiempo de afilar tu hacha. Sólo así conseguirás salir adelante y cumplir tus sueños.