Al encarar una dieta y una rutina de ejercicios, la mayoría de las personas tienen una cosa muy clara: quieren bajar de peso.

La idea de que nuestro peso influye en nuestra persona está demasiado difundida, y lamentablemente, a todos nos cuesta escapar de ella. Los “kilitos de más” se vuelven un mal que hay que erradicar.

En ese contexto, la balanza aparece como el instrumento medidor por excelencia. En ella podemos tener un resultado numérico de nuestros avances o retrocesos.

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Pero… ¿Realmente hay que confiar tanto en la balanza?

En realidad, el peso en sí mismo es sólo uno de los indicadores de cómo estamos trabajando. No es ni el único, ni necesariamente el más efectivo.

Muchas veces cómo nos vemos y nos sentimos no tiene que ver directamente con cuánto peso marca la balanza. Estos son los 3 motivos más claros que explican el por qué:

1. El peso puede variar hasta dos kilos a lo largo del día

no confiar en la balanza

Sí, así es. Los factores que influyen en el peso son muchísimos. Por ejemplo, la cantidad de alimentos ricos en almidón (como el pan, el arroz o la pasta) o salados que comemos al día.

Además influyen el clima o la retención de líquidos debido a cambios hormonales. Como así también la cantidad de comida y líquido que ingerimos y la cantidad de veces que vamos al baño.

Así es que, por empezar, la balanza puede ser mentirosa. Si te encuentras haciendo una dieta y te subes a la balanza en el momento en el que estás más influido negativamente por estos factores, la balanza dirá que no has bajado de peso.

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Eso te puede deprimir y hasta llevar a abandonar la dieta. Sin embargo, quizá te pesas al día siguiente y has bajado más de lo esperado. ¡Nunca confíes ciegamente en la balanza!

Para evitar estos problemas, los especialistas recomiendan pesarse todos los días a la misma hora y luego de una semana, sacar el valor promedio de todas las mediciones. Eso dará como resultado el peso real.

Además, hay que usar siempre la misma balanza sobre la misma superficie.
 
¿Qué te parece? ¿Habías imaginado que tantas cosas podían influir en la medida de la balanza?

2. Músculo vs. Grasa

no confiar en la balanza

Posiblemente ya hayas escuchado esta frase, pero te la vamos a explicar más detalladamente: “el músculo pesa más que la grasa”.

En realidad, esta frase es una simplificación de la realidad. En verdad, el músculo es más denso que la grasa. Dicho de manera fácil: 1 kg. de músculo ocupa menos espacio que un 1 kg. de grasa.

Así es que si comienzas a hacer dieta y la complementas con ejercicio, puede que te veas mucho mejor y, sin embargo, la balanza no marque grandes diferencias de peso. Ese es el momento en el que te preguntas: “¿Acaso estoy loco que me veo más delgado?”

No, no estás loco. Es que has cambiado algunos kilos de grasa por los mismos kilos de músculo. La balanza marcará exactamente lo mismo, pero como el músculo ocupa menos lugar, te verás más flaco.

Además de más delgado, también tendrás una figura más estilizada.

Por eso te pregunto: si te ves mejor, la ropa te sienta más cómoda y tú te sientes mejor. ¿Por qué sigues confiando tanto en la balanza?

3. Hay mucho más que perder peso

no confiar en la balanza

Hacer dieta y ejercicio es mucho más que perder peso. Es entendible que tengamos la tendencia a querer medir nuestros resultados. Lleva tanto esfuerzo comenzar un cambio de hábitos y estilo de vida, que queremos resultados tangibles: eso es lo que nos da la balanza.

Pero lo cierto es que hay cosas mucho más importantes que podemos ganar mejorando nuestra alimentación y haciendo ejercicio. Un cuerpo más sano, mayor fuerza, energía para encarar nuestros proyectos…

Sentirse bien con uno mismo y con el entorno es el más importante beneficio de comenzar una vida más saludable. Usa la balanza como lo que es: una herramienta. Pero no dejes que sea la jueza de tus esfuerzos.

Dedícate, mejor, a encontrarte a gusto contigo y con tu cuerpo. El resto vendrá solo.