Derek es un joven de 20 años que trabaja en un acuario de San Antonio, Estados Unidos. Un día, alguien llegó piediendo ayuda porque notó que su pez no podía nadar y pasaba todo el día en el fondo de la pecera. El joven se propuso ayudarlo. 

Luego de examinarlo, Derek notó que el pez tenía una enfermedad en la vejiga natatoria que le impedía flotar. Su cuerpo pesaba mucho para él, y no podía nadar sin sentir que arrastraba algo. Además, se lastimaba contra el fondo de la pecera.

Derek intentó durante algunos días "curar" al pez: modificó las condiciones del agua y el ambiente, lo rodeo de otros peces, cambió su alimentación. Pero nada funcionaba. Así que el joven tuvo que apelar a su creatividad. 

Estuvo horas pensando una solución, hasta que la encontró: crearía una "silla de ruedas" flotante para el pececito.

pez en silla de ruedas

Derek tomó algunos tubos de aire plásticos que sobraban en el acuario, y los enrolló alrededor del pez. "Añadí algunas válvulas en la parte baja, que actuaban a modo de silla para que se apoyara", explicó.

"Añadí peso abajo y algo para mantenerlo a flote arriba (espuma de poliestireno) y quité piezas despacio hasta que conseguí la flotación adecuada para que a él le resultara fácil nadar sin sentir que está arrastrando algo"

La "silla de ruedas" fue un éxito: el pez, ahora, podía elevarse del fondo del acuario y desplazarse por el agua, siendo mucho más feliz. Derek estaba tan contento que le envió una foto a su amiga Taylor. Ella, una YouTuber que ama a los animales, subió la foto y la conversación a su cuenta de Twitter, y así la historia causó furor en todo el mundo.

pez en silla de ruedas

Como muchísimas personas compartieron la foto y se interesaron por el pez, Taylor comenzó a subir actualizaciones sobre su estado: comentó que la silla estaba funcionando muy bien, y más adelante dijo que habían construido un modelo más cómodo, que no lastimara para nada al pececito.

pez en silla de ruedas

La historia tuvo muchísima repercusión: para algunos no era importante, y otros remarcaron su desacuerdo con tener peces como mascotas, encerrados en lugar de en el río o en el mar. Pero para muchos lo más importante era el acto de amor de los jóvenes por ayudar a un pez.

Uno de los comentarios fue muy emotivo: "Taylor, estás enseñando a la gente que los animales con discapacidades merecen amor, apoyo y vivir una vida normal".

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